Por Natalia B. Juárez
Si bien la inteligencia artificial (IA) ha emergido como una de las tecnologías más disruptivas del siglo XXI, transformando la manera en que las empresas operan, toman decisiones y se relacionan con sus clientes, redefiniendo la eficiencia, la innovación y la competitividad; la velocidad de su impacto no encuentra aún, por lo menos en sentido general, un cambio cultural en las organizaciones empresarias que armonice sus efectos con los objetivos empresarios.
Es necesario poner foco en los desafíos que implica la IA, y en particular en el futuro que se vislumbra en aras de una armonización entre el capital humano y las nuevas tecnologías.
Partiendo de la premisa que uno los principales beneficios de la IA es la automatización de procesos, su aplicación a tareas repetitivas y rutinarias, implicará con evidencia una transformación de las prestaciones laborales afines y una reconversión en actividades más estratégicas y/o creativas.
Por ejemplo, en el sector manufacturero, los robots impulsados por IA pueden llevar a cabo ensamblajes con precisión, reduciendo el tiempo de producción y minimizando errores o incluso en la generación de contenido de los nuevos “comerciantes” digitales que llevan la expansión de sus negocios a niveles casi impensados hace unos años atrás.
La IA también permite la mejora en la toma de decisiones. Mediante el análisis de grandes volúmenes de datos, las herramientas de IA pueden identificar patrones y tendencias que podrían pasar desapercibidos para los humanos. Esto no solo ayuda a las empresas a anticipar cambios en el mercado, sino que también optimiza la gestión de recursos y la planificación estratégica, siendo una de sus principales características la transformación de la personalización, ya que, las empresas pueden utilizar algoritmos para analizar el comportamiento del consumidor y ofrecer productos o servicios adaptados a sus preferencias[1]
Sin embargo, a pesar de estos beneficios y el crecimiento que viene demostrando la utilización de esta tecnología, existes grandes desafíos en su implementación. En nuestro país, resulta todavía significativo la resistencia al cambio, las barreras culturales y estructurales, que dificultan la adopción de nuevas tecnologías de una manera armónica y alineada a los estándares productivos y objetivos empresarios. [2]
Resulta crucial que los líderes de las empresas fomenten una cultura de innovación.
En este sentido, , la capacitación del personal adquiere una relevancia crítica. Un estudio del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, advertía ya en el 2021, que el 70% de las empresas reconocen la falta de habilidades técnicas como un obstáculo para la adopción de la IA.
Asumiendo – conforme evidencia el mercado – que la IA no pareciera opcional, sino una realidad que viene avanzando rápidamente en la cultura sobre todo de las generaciones más jóvenes, es fundamental que las empresas implementen programas de formación que no solo aborden aspectos técnicos de la IA, sino que también incluyan consideraciones éticas y legales, lo que llevara a dicho manejo de IA indefectiblemente a ser un requisito esencial en los procesos de selección de personal, garantizando que los nuevos ingresos cuenten con las competencias necesarias para enfrentar las complejidades del entorno digital.
Finalmente, pero no menos importante, es el desafío de la ética y la privacidad. Considerando el volumen, velocidad y la apertura en la recopilación y el manejo de grandes cantidades de datos que genera la IA, resulta fundamental establecer políticas claras y transparentes en el uso, para proteger la privacidad de los consumidores, garantizar un uso ético de la tecnología y la confidencialidad de la información de la empresa.
El futuro de la IA en el ámbito empresarial es prometedor. Se espera que la tecnología continúe evolucionando, permitiendo a las empresas adoptar soluciones aún más avanzadas, como la IA explicativa y la IA general. Estas innovaciones tienen el potencial de transformar industrias enteras.
La colaboración entre humanos y máquinas también se vislumbra como una tendencia clave.
No hay que pensar en un “remplazo” de los trabajadores, la IA se integrará en los equipos, potenciando las habilidades humanas y mejorando la productividad. Este enfoque colaborativo podría generar un entorno laboral más dinámico y creativo. Nos encontramos ante los comienzos de un cambio de paradigma en la manera en que concebimos el trabajo: la IA se presenta hoy como una oportunidad para potenciar las capacidades de los trabajadores y crear nuevos entornos laborales
Esta redefinición del futuro del trabajo, traerá necesariamente cambios culturales en el mundo laboral:
- Nuevas habilidades: los trabajadores del futuro necesitarán desarrollar habilidades complementarias a las de la IA, como la creatividad, la empatía y la capacidad de trabajar en equipo.
- Rediseño de los puestos de trabajo, requiriendo nuevas competencias y habilidades
- Mayor flexibilidad, con la posibilidad de trabajar a distancia y en horarios más adaptados a las necesidades individuales.
En definitiva, la IA llego para quedarse con un impacto profundo en las empresas, ofreciendo beneficios significativos en términos de eficiencia, toma de decisiones y personalización. El cambio está, y no hay otra alternativa que adaptarse; y es evidente que la IA jugará un papel crucial en la transformación de los negocios, y aquellos que adopten estas tecnologías de manera proactiva estarán mejor posicionados para prosperar en un entorno competitivo.
La diferencia entre el éxito y el fracaso, estará dado por la vocación de equilibrar la ejecución de la nueva tecnología con los desafíos propios de la organización, abordando planes formativos, áreas de innovación y políticas laborales, que permitan garantizar una implementación efectiva y ética.
[1] En este sentido se ha expresado por ejemplo la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE, 2021), en cuyo informe ha sostenido que “las tecnologías de IA permiten a las empresas acceder a análisis de datos avanzados, mejorando su capacidad de respuesta ante las demandas del mercado.”
[2] En este sentido la Cámara Argentina de la Industria del Software (CESSI, 2020), “muchas organizaciones aún no cuentan con la capacidad técnica necesaria para integrar estas herramientas de manera efectiva.”